¡Hola!
Hoy he decidido rescatar un texto que escribí hace algún tiempo y publiqué en Medium. ¿Y por qué he querido recuperarlo? Porque me parece una buena antesala de algunas de las ideas que tengo en mente para las próximas cartas, pero sobre todo, porque me da pena que los textos tengan una vida corta. Valeria Mata dice que “es mejor que un libro viaje a que se quede encerrado en una caja”. Yo sumo a la apuesta: es mejor que un texto se republique a que se quede encerrado en un blog abandonado.
“Vivir es pasar de un espacio a otro haciendo lo posible para no golpearse.” GEORGES PEREC, Especies de espacios
Dicen que soy torpe. Y tienen motivos para pensarlo. El tema siempre sale a relucir cuando me olvido de que hay un escalón; o cuando hago una pisada tan contundente que la suela del zapato derecho se queda anclada al suelo, obligándome a dar un ridículo salto hacia delante para aterrizar con el pie izquierdo; o cuando muevo tanto los brazos al hablar que acabo bañando la mesa entera con refresco de naranja; o cuando no hay nada que me impida caminar con normalidad (el pavimento está en buenas condiciones, voy con zapatos cómodos, he dormido un número de horas decente) y aún así, me da por tropezar. Lo que sigue a cualquiera de estas situaciones es un “¿estás bien?” por parte de mi acompañante, que una vez comprueba que puedo seguir como si nada, se aventura a decirme por enésima vez que soy torpe o, en su defecto, que estoy torpe.
En mi defensa diré que no siempre lo estoy. Cada vez soy más autoconsciente y sé que no es una cuestión de suerte ni de nacimiento. En realidad, solo tiene que ver con la atención. Con fijarme más en dónde piso o en dónde pongo las manos. Y ya está. Podría acabar aquí el texto. Pero ahora ya no puedo echarme atrás, me niego a que esta cita de Perec no sirva para nada, así que vamos a intentar que este punto de partida nos ayude a descubrir algo nuevo. Lo que de verdad me pasa es que tiendo a estar tan centrada en mí misma que ni siquiera me doy cuenta de cómo es el espacio que me rodea.
Podría enumerar una infinidad de cosas raras que me han pasado por mover los brazos o las piernas de una forma similar a como lo haría un potrillo recién nacido, pero no sé si sería capaz de decirte dónde estaba cuando me pasó. Me doy cuenta de que nunca me han importado demasiado los espacios que habito fuera de casa. Simplemente, los doy por sentados. Si ahora mismo quisiera hacer una descripción precisa de cómo es la acera de la calle de mi casa o de qué colores son las fachadas de todas las fincas que rodean a mi edificio, podría apostar, pero no pondría la mano en el fuego. ¿A vosotros os pasa lo mismo? Espero que sí, porque sino me sentiré demasiado sola para continuar con esto.
Del mismo modo que nos cruzamos cada día con un montón de personas de las que no nos acordaremos pocos segundos después, pasamos por esos espacios que todos compartimos (calles, plazas, tiendas, gimnasios, supermercados, cines, escuelas, bibliotecas, aeropuertos…) sin pararnos a pensar demasiado tiempo en por qué son como son y no son de otra forma. A veces nos gustan, otras nos disgustan, pero en contadas ocasiones consiguen distraernos de nuestra propia realidad. Ocupamos los espacios del mismo modo en que pensamos. ¿Y quién tiene tiempo hoy en día para pensar en algo más que en el hecho de que no tiene tiempo?
Todo espacio tiene un objetivo: nos ayuda a desplazarnos cómodamente de un lado al otro, nos llena la nevera, nos tonifica, nos entretiene… Eso es en lo que todos nos fijamos, en el contenido, aunque lo más probable es que el continente también tenga algo que contarnos sobre la forma en la que vivimos y nos relacionamos. Supongo que como con lo de la torpeza, bastará con que prestemos un poco más de atención para que todo mejore. Eso voy a hacer a partir de ahora.
Ahora tengo que dejaros. Necesito las dos manos para levantarme del suelo y toda mi concentración para bajar los veinte escalones que no he llegado a limpiar con el culo.
Donde vive Norah 📖
Pensar en los espacios me ha hecho recordar un breve texto de Norah Efron que se encuentra en su libro No me gusta mi cuello. El texto se titula Donde vivo y en él, Norah explica los espacios más importantes de su vida cotidiana en cinco puntos. Me da la impresión de que si no conocieses nada de la figura de Norah Ephron y tu primera toma de contacto con ella fuese este texto, enseguida sabrías muchas cosas de su vida. Y eso sólo conociendo los espacios que ha decidido habitar y algún que otro objeto más que forma parte de su vida. Si no lo conocíais, vale la pena que le echéis un vistazo.
(Me doy cuenta de que llevo dos cartas hablando de Norah y de Valeria. Supongo que no será difícil descifrar qué estoy leyendo últimamente.)
Cosas de pájaras 🦜
Si prestamos más atención a nuestro alrededor, no nos queda otra que pararnos a mirar al cielo. Y por eso, hoy más que nunca vale la pena recordar una Flecha en la que Carmen Pachecho habla de cuando descubrió a los vencejos.
“Ahora sé que los vencejos viven la mayor parte de su vida en el aire. Duermen mientras planean y el viento sostiene sus apenas cuarenta gramos de peso. Se alimentan de los insectos que cazan al vuelo y se aparean también sin detenerse. Solo se posan para hacer sus nidos, normalmente escondidos en las alturas. Pero el dato que más me fascina de ellos es que al mes de nacer, cuando echan por primera vez a volar, ya no volverán a posarse durante dos o tres años. Vivirán todo ese tiempo en el aire.”
Carmen Pacheco, Flecha #45 Mantenerse en el aire
Para mí, las cartas de Carmen Pacheco (tanto Flecha como Ola) se han convertido en parte imprescindible de mi rutina lectora de newsletters. Fue una de las primeras que descubrí y una de las razones por las que hoy existe Vista de Pájara. Siempre están llenas de reflexiones interesantes, tesoros y maravillas que te hacen sentirte un poco más a gusto en este mundo. Y la #45 en concreto está repleta de pájaros, así que si nunca antes habíais leído Flecha, esta carta es una forma fantástica de empezar a hacerlo.
Muchísimas gracias por leer. Y por esquivar el tropiezo.
Si mientras leías esto has pensado en alguien, envíaselo 🎁.
Y si te lo han enviado y te apetece suscribirte, este es el momento ❤️🔥.
¡Nos vemos en el próximo avistamiento!